Una vez en la nueva casa, con tanto jardín por arreglar y rellenar, A. y yo fuimos a un invernadero y, armada de valor, compramos un jazmín (bua! eso es fácil, se planta se riega y ya está ¿seguro?, ya lo veremos!); y un par de geranios rosas preciooosos con la esperanza de que me durasen unos días y con la idea de verlos fenecer a los pobres poco apoco.
A los pocos días los trasplantamos
los abonamos
los regamos
Y, aunque aún no me creo que sigan con tan buen aspecto, no solo siguen vivos sino que he descubierto que tampoco me desagrada tanto el cuidado de las plantas.
Es gratificante ver que al estar pendientes de ellas nos responden con su lozanía y esplendor.Todos los días al levantarnos A. y yo hacemos "la ronda de las plantas"; las mimamos, las ponemos al solecito, a sol y sombra si éste aprieta mucho, en fin que no sé si es debido a nuestros cuidados o a que las plantas son súper pero están mejor que cuando las compramos.
Unas hojas! una intensidad del color!
Del jazmín no puedo decir lo mismo (menos mal que era coser y cantar, je, je), el pobre tiene más mal aspectoooooo.
Pero eso lo dejaré para otra entrada vegetal.
Quedémonos hoy con nuestros estupendos geranios.
Espero que sigan así por mucho tiempo!!!
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